Traducción de Helena Talaya–Manso y Aymará Boggiano
Hoy, Napoleón construye monumentos de hierro. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presenta esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
Dos años antes de que impusiera su dictadura militar en Francia, a los veintiocho años Napoleón era el jefe del ejército francés. En ese año de 1747 fue nombrado miembro de la división científica del Instituto de Francia. ¡Es cierto! A Napoleón le fue concedido este honor por su contribución a la ciencia, y no fue sólo una concesión política.
El joven Napoleón era un importante partidario de la ciencia y la ingeniería. Su apoyo a la nueva École Polytechnique1 fue crucial. L’École se convirtió muy pronto en el referente mundial para las escuelas de ingeniería. Un año mas tarde, hizo de su campaña en Egipto2 una misión tanto científica como militar. Fue durante un estancamiento en la campaña de Egipto que uno de los arqueólogos que participaban en la expedición descubrió la piedra Rosetta.
Pero el apoyo de Napoleón a las ciencias aplicadas pronto se mezcló con su obsesión por los monumentos arquitectónicos. En 1804, año en que él mismo se coronó emperador, escribió: “La grandeza del hombre se mide por los monumentos que deja tras de sí.” El historiador Frances Steiner cuenta como Napoleón soñaba con fundir los cañones de guerra y convertirlos en estatuas heroicas de hierro para celebrar las batallas ganadas. Seguía interesado en ingeniería pero su interés ahora se dirigía hacia su propia gloria.
El sueño de Napoleón era el de ser inmortalizado en hierro, pero el problema para conseguir su sueño es que para trabajar éste hace falta ser un experto. Los británicos eran unos maestros en la fundición, a su lado los franceses eran tan sólo unos aprendices. El hierro británico era caro, y el francés era de inferior calidad. En Francia se fundía el hierro con carbón vegetal en vez de carbón mineral. Sus ingenieros no habían aprendido aún las sutilezas de construir en hierro. La nueva raza de ingenieros franceses bajo Napoleón estaba sorprendentemente bien preparada y además tenían voluntad para el aceptar el desafío, pero los arquitectos franceses eran unos artistas consumados con el granito y no querían saber nada del hierro.
Durante su reinado como emperador, sus ingenieros y arquitectos ejecutaron algunas obras mayores en hierro y construyeron puentes con resultados variados. Una vez que consiguieron dominar la técnica, construyeron un arco de 160 pies de alto sobre el río Sena que toma su nombre de la batalla de Austerlitz. El trabajo mas complejo fue el de utilizar el hierro para remplazar una cúpula de 130 pies de alto sobre una plataforma circular, el halle aux blés y que fue finalizado sólo dos años antes que la batalla de Waterloo con un costo siete veces superior al presupuesto original.
Francia no pudo de ninguna manera igualarse a Inglaterra durante el reino de Napoleón, tenía que ir demasiado lejos para conseguirlo. Más tarde Francia construiría la Torre Eiffel de hierro y nos dio el esqueleto de hierro para la estatua de la Libertad, pero eso fue siete años después de Napoleón.
Ahora que todo está dicho y hecho, pensamos que lo que Napoleón aportó a la tecnología fue algo que nunca pudo haber surgido solamente por su ansia de monumentos. Fue el joven e idealista Napoleón quien sentó las bases de la moderna educación en ciencias aplicadas.
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de Invenciones de la inventiva, de John Lienhard en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Steiner, F. H., Building with Iron: A Napoleonic Controversy. Technology and Culture, Vol. 22, No. 4, October 1981, pp. 700-724.
Véase también la versión revisada en el Episodio 77 en inglés.
1 École Polytechnique
2 Campaña en Egipto
Fotografía extraída del número de Enero de la revista de 1895 Century Magazine
El joven Napoleón Bonaparte