Traducción de Helena Talaya–Manso y Aymará Boggiano
Hoy, una conservadora, radicaliza la educación americana. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
La primavera pasada asistí a una graduación en MIT. Observé a dos mujeres recibir sus doctorados, una de ellas vino directamente a Houston como nuevo miembro de mi departamento; la otra era mi nuera, que luego completó un post-doctorado en química teórica.
Ellas eran las mujeres mas recientemente graduadas de MIT. La primera de ese linaje fue Ellen Swallow, nacida en 1842 en un pueblito de Nueva Inglaterra. Ruth Cowans nos cuenta que los padres de Ellen eran granjeros y maestros de escuela y que ellos mismos la educaron hasta los 25 años.
En 1868 asistió al nuevo colegio para mujeres de Vassar. Dos años más tarde tramito la petición para asistir al Massachusetts Institute of Technology que cumplía apenas su noveno año de existencia. Claro que su petición fue denegada.
Pero, con una lógica bastante radical para la época, MIT encontró una solución: ella como estudiante no podía pagar sus estudios por ser mujer, pero podría asistir a las clases de manera gratuita.
Ellen Swallow terminó sus estudios y se quedó como asistente de química, trabajó en los análisis del suministro de agua de la ciudad de Boston, y se casó con un profesor de ingeniería de minas —Robert Richards.
Entonces, hizo algo fuera de lo común, convenció a la sociedad adinerada de Boston que donaran dinero para estudios académicos alternativos. Creó un laboratorio para mujeres en MIT donde éstas podían aprender los rudimentos de las ciencias. Estableció una escuela por correspondencia para facilitar el estudio a las amas de casa y le disenó el currículo de ciencias. También organizó la Cocina de Nueva Inglaterra (The New England Kitchen) donde las personas de clase trabajadora podían aprender sobre nutrición.
Se mantuvo en posiciones que le permitieron presionar a MIT para favorecer la admisión de mujeres en sus programas regulares y ganó la batalla en 1882. Dos años más tarde, MIT convirtió a Ellen Swallow Richards en la primera mujer en ser miembro del profesorado. Contribuyó a desarrollar un nuevo currículo sobre la química del ambiente, el agua potable y las aguas residuales.
Richards puede parecer conservadora para nuestros parámetros actuales, porque veía el hogar y el cuidado de los hijos como un complejo e importante trabajo y que aquellas que lo hicieran debían estar educadas.
Pasó treinta años desarrollando el concepto de la ciencia doméstica. En 1908 organizó la Asociación Americana de Economía del Hogar [American Home Economics Association]. Murió en 1911 y para 1930 las universidades americanas finalmente comenzaron a otorgar títulos en estudios de Economía del Hogar. Antes había sido la primera profesora de ingeniería sanitaria antes que ningún otro hombre o mujer lo fuera; y ahora finalmente consiguió también crear un nuevo campo en la ciencia: la Economía Doméstica.
Con la progresiva automatización de los hogares, esta rama de la ciencia ha ido desapareciendo. Aun así su esfuerzo – medido y determinado me inspiró la primavera pasada en MIT. Su esfuerzo añadió una nueva profesora a mi departamento, y moldea la siguiente generación en mi propia familia también.
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de Las invenciones de la inventiva, de John Lienhard en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Schwartz Cowan, R., Ellen Swallow Richards: Technology and Women. Technology in America: A History of Individuals and Ideas. (C.W. Pursell, ed.), Cambridge, Mass.: MIT Press, 1986, Chapter 13.
Notas del Traductor:
Pueden encontrar más información sobre mujeres ingenieras en la página web de la universidad catalana Rovira y Virgili:
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