Traducción de Aymará Boggiano, y Julián Olivares
Hoy una inventora de medicinas se lleva un premio por toda una vida de invenciones. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presenta esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
El padre de Gertrude Elion era dentista y quería que ella lo fuera también. Tenía 15 años cuando decidió que no lo haría. Tomó cursos de biología y química en la preparatoria, y allí decidió que estudiaría una materia donde no tuviera que disecar nada. En vez de odontología, hizo una maestría en química.
Ella quería hacer investigación y por muchos años buscó el trabajo adecuado. La escritora Marguerite Halloway cuenta acerca de la búsqueda de trabajo de Gertrude Elion que duró siete años. Trabajó haciendo pruebas de alimentos, enseñó, y casi abandona la química, hasta que finalmente consiguió trabajo en el Laboratorio de Investigación Wellcome.
Allí ella y George Hitchings comenzaron a trabajar con sustancias para combatir la leucemia. Inventaron drogas que interfieren con la manera en que el cáncer metaboliza el ácido nucleico y tuvieron éxito. Sentaron las bases para las herramientas que hoy día se usan en la quimioterapia.
Elion pasó cuarenta años en la invención de fármacos. Luego de su éxito cometiendo el cáncer, decidió que no regresaría a la Universidad para obtener su doctorado, porque era capaz de aprender lo suficiente por su cuenta. Ella y Hitchings tornaron su atención al rechazo de implantes de órganos, es decir: al desarrollo de medicamentos inmunosupresores.
Reformularon sus drogas de quimioterapia para prevenir el rechazo del cuerpo a los injertos de piel y los transplantes de riñón. Mas tarde, Elion modificó la estructura de nuevo, pero esta vez inventó los fármacos antivirales.
Así, ella siguió trabajando en lo que le fascinaba durante 40 años y a través de incontables patentes. Hasta que en 1988 a las 6 y media de la mañana le sonó el teléfono. Ella pensó que era una llamada de broma. La voz al otro lado le dijo que ella y Hitchings compartirían ese año el Premio Nobel de Medicina.
Desde entonces le han preguntado que si recibir el Premio Nobel fue la cumbre de su carrera. Ella contesta: “Claro que no”; si usted trabaja toda su vida por un premio y luego no lo obtiene, su vida habría sido una pérdida. En cambio la suya no se perdió. Por eso es que para ella la recompensa está en el placer de haber vivido una vida de invenciones.
Escuché a Elion hablar en una sesión de mujeres inventoras en 1990. Ella dio una explicación clara y breve acerca del proceso de patentar fármacos. Era simplemente una persona mayor lista, tranquila, hablándoles a los jóvenes científicos acerca de las tramas del campo legal y técnico.
Me gustó saber que disfruta de los placeres sencillos de su vida. Getrude Ellion nos deja así un ejemplo excelente de lo que puede ser una vida basada en la invención y la creatividad.
Les habló Aymara Boggiano en otro episodio de Las Invenciones de Nuestra Inventiva de John Lienhard, desde la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de nuestra fecunda inventiva.
(Tema musical)
Holloway, M., The Satisfaction of Delayed Gratification. Scientific American, October 1991, pp. 40-44.
Elion, G.B., The Importance of Patents to Medical Research. Bicentennial Proceedings, Events, and Addresses. Washington, D.C.: Foundation For A Creative America, 1991, pp. 488-492.