Traducción de Helena Talaya-Manso y Aymará Boggiano
Hoy una mente que lucha por ser libre. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización y las personas cuyo ingenio las creó.
De todos es sabido el respeto que se le tenía a la mujer en la Francia del siglo XVIII. Se ha hablado mucho sobre las finas conversaciones entre hombres y mujeres en los salones franceses. No hay duda de cuánto se valoraba el encanto y la inteligencia de las cortesanas que iban a las reuniones mejor caracterizadas como elegantes y maravillosas. Pero bajo estas apariencias existía una actitud conservadora que no era tan evidente como en otras sociedades. Lynn Osen nos cuenta que la inteligencia y el encanto no podían ser equiparados con los logros reales.
En 1706 nació Emilie de Breteuil con el título de Marquesa de Châtelet. Fue una aristócrata educada en los modos sociales, sabía muy bien como coquetear y poseía un ingenio superior. Estaba bien preparada para la vida que la esperaba si no fuera por un defecto, Emilie era algo más que ingeniosa, era una persona sumamente brillante.
Su precocidad se manifestaba de varias maneras: un estilo de vida intenso, una larga lista de amoríos, era temeraria, se casó muy joven con un hombre mucho mayor que ella –y se sentía inclinada a enterrarse entre libros cuando nadie la veía. A simple vista se ajustaba a las normas de la sociedad, pero clandestinamente vivía según sus propias creencias. Gozaba de bastante libertad en su matrimonio y a los 27 años mantuvo un largo y abierto romance con Voltaire. La química entre Emilie y este gran intelectual de la época, fue poderosa e inmediata. En público, ambos se mostraban despreocupados y vivaces, pero fuera de la vista de sus amigos, se les solía encontrar conversando, estudiando, escribiendo o haciendo experimentos en el bien equipado laboratorio de Voltaire; e incluso trabajando hasta altas horas de la madrugada.
Durante el tiempo que permanecieron juntos, Emilie escribió un tratado sobre los elementos del calor, tradujo al francés el Principia de Newton, e influyó el desarrollo del Candide de Voltaire de una manera decisiva. Después, a los 43 años concibió un hijo de aún otro amante. Voltaire le ayudó a allanar la situación con su esposo. El niño nació y todo parecía ir bien, pero Emilie murió inexplicablemente pocos días después. Voltaire estuvo presente y quedó destrozado por la pérdida.
La traducción que Emilie hizo de Newton resultó ser fundamental para la dirección que posteriormente tomaría el estudio de las matemáticas en Francia; y su tratado sobre el calor marcó el camino para entender el papel que tiene la longitud de onda en cuanto a la radiación termal.
La vida de Emilie demuestra claramente la agonía de la mujer dentro de una sociedad dominada por hombres. Esta mujer fue consciente de aceptar las convenciones de la sociedad sólo porque el hecho de aceptarlas le facilitó esconder su delito real. Éste no fue otro que el de poseer una mente excepcional y la absoluta necesidad de utilizarla.
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de “Las Invenciones de la Inventiva” de John Lienhard, desde la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Osen, L.M., Women in Mathematics. Cambridge, MA: MIT Press, 1974, pp. 49-69.
Referencias del Traductor:
Notas sobre Emilia de Breteuil:
Alic, Margaret. El Legado de Hipatia: Historia de mujeres en la ciencia desde la Antiguedad hasta fines del siglo XIX. 2a. ed. en español. Madrid: Siglo XXI Editores, S.A., 2005. 166-176. Enlace
Una breve biografía con fotografías.
Emile de Châtelet en Wikipedia
Notas sobre Voltaire (nacido como François-Marie Arouet):
Más información de Voltaire.
Fotografía de Voltaire pocos años después de que empezó su relación con Emilie.
Citas de Voltaire.
Para leer Cándido o el optimismo
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