Traducción de Aymará Boggiano
Hoy, de un extraño papel tapiz nace una inesperada mente matemática. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
Aquí está una foto de una mujer como de treinta y cinco años–con un rostro atractivo y de rasgos marcados. Es Sonya Kovalevsky. Era hija de un tiránico general ruso. Nació en 1850 en una remota propiedad rural en la Rusia zarista y fue criada por institutrices. Tenía una compleja personalidad — voluntariosa y tímida, pero brillante y desgarrada por la inseguridad.
Cuando era pequeña, las paredes de su casa fueron empapeladas de nuevo. El papel tapiz se agotó antes de que terminaran su habitación de niña, así que alguien se las ingenió para cubrir esas paredes con páginas de un texto antiguo de cálculo de su padre. Sonya creció mirando esas páginas, ansiosa por entenderlas. Cuando alcanzó la edad para ir a la universidad quiso estudiar matemáticas.
Las universidades rusas no aceptaban mujeres, y su padre no la dejó ir sola a Alemania. Por lo que ella le hizo creer que mantenía un romance con un joven paleontólogo, Vladimir Kovalevsky. Su padre exigió entonces una boda a punta de pistola.
Ya como mujer casada, pudo viajar libremente, primero a Heidelberg y después a Berlín. Berlín, al igual que Rusia, tampoco aceptaba estudiantes mujeres. Pero entonces, el gran matemático Weierstrass se dio cuenta de su talento y la tomó como pupila y amiga de toda la vida. Ella hizo su doctorado en ecuaciones diferenciales parciales y escribió varias publicaciones importantes. A la edad de 25 años, regresó a Moscú y a su marido. Como no pudo encontrar trabajo allí, busco en París, mientras vivía allí, su esposo murió.
Finalmente los suecos le dieron trabajo como profesora en Estocolmo. Durante sus siete años en Suecia se hizo evidente la forma como vivía su vida, inmersa en altibajos emocionales. El año de 1889 fue un año emocionalmente alto. Escribió una extraordinaria y galardonada publicación sobre cuerpos en rotación. Pero también escribió su segunda novela.
La escritura había sido su otra pasión durante mucho tiempo. Al final de la adolescencia, ella, su hermana y su madre habían pasado tiempo en San Petersburgo visitando a Dostoievski. Como siempre, al igual que en sus matemáticas, la novela también fue elogiada por la crítica.
Dos años más tarde estaba profundamente deprimida. Luego de una gripe que contrajo en un viaje de regreso de Moscú y murió cuando apenas tenía 41 años de edad. Toda su vida había arrastrado gente con ella en su horrible e inmensamente enfocada vida, y los agobió. Sin embargo, aportó elementos significativos y permanentes a nuestra comprensión de las ecuaciones diferenciales y a la mecánica aplicada.
Fue la primera mujer matemática de los tiempos modernos en obtener un reconocimiento académico total por su talento. Un siglo más tarde, su país natal, que no reconoció en vida su brillante mente, emitió una estampilla con su retrato.
Sin duda alguna, creció aislada como niña rica. Pero al cubrirse la habitación con ese loco papel tapiz despertó una de las grandes mentes de la época. La pequeña Sonya Kovalevsky, al mirar esos símbolos místicos en la pared, entendió lo que todos a fin de cuenta debemos ver— que lo que una persona puede hacer, otra también puede. La pequeña se dio cuenta que esos símbolos no tenía que ser en absoluto incomprensibles para ella.
Les habló Aymara Boggiano en otro episodio de las invenciones de la inventiva de John Lienhard, en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Osen, L.M., Women in Mathematics. Cambridge, MA: MIT Press, 1974.
Hapgood, I. F., Notable Women: Sonya Kovalevsky. Century Magazine, August 1895, pp. 536-539. Este artículo, escrito por una mujer con una perspectiva de finales del siglo XIX, presenta una imagen sombría de la vida de Kovalevsky y concluye: “... pareciera... que una mente de hombre unida a un corazón de mujer es posible que resulte ser una infeliz combinación para una mujer.”
Hapgood también incluye el siguiente retrato de Sonia Kovalevsky, copiado de una fotografía rusa y menos llamativa que la foto real del libro de Osen.
Nota del Traductor
Sonia Kovalevsky es también conocida como Sofía Kovalevskaya. El episodio original en inglés utiliza el primero, en la traducción al español usamos el segundo.