Traducción de Cecilia Marrugo–Puello y Aymara Boggiano
Hoy hablemos de física, religión y género. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
Un libro reciente de Margaret Wertheim incursiona un terreno en el que pocas feministas han decidido entrar. El libro Pantalones de Pitágoras: Dios, la física y la guerra de género, allí ella pregunta: ¿Por qué las matemáticas y la física son los últimos campos que se han abierto a las mujeres? Su respuesta yace en la relación entre la física y la religión.
Muchos de los físicos teóricos hoy en día tratan de formular una Teoría del Todo— una teoría amplia y tan vasta que abarca la totalidad de las cosas. En lugar de imponerse o ir en contra de la religión, como parecía suceder en el siglo XIX, la física hoy se traslada hacia el corazón de la religión misma.
Pero física y religión no se estudiaron por separado sino hasta el siglo XVII. La idea de que son entes diferentes se desarrolló apenas en los últimos cuatrocientos años. Ahora, los físicos nuevamente se expresan en sus escritos utilizando un idioma claramente teológico.
Por ejemplo, el premio Nobel Leon Lederman trata este tema en su libro La partícula divina. El gran cosmólogo Stephen Hawking en repetidas ocasiones evoca la Mente de Dios en su física.
Para encontrar el sentido de todo esto, Wertheim nos hace retroceder en la historia, comenzando literalmente con los pantalones de Pitágoras. Pitágoras formó su comunidad religiosa en Italia cerca del año 600 aC. Al contrario de la costumbre griega, los pitagóricos llevaban barba, vestían pantalones, y eran los únicos que aceptaban a las mujeres como intelectuales. En Grecia, por lo general, se le negaba a la mujer un lugar en la vida intelectual.
Los pitagóricos buscaban a Dios en las matemáticas, la música y la simetría. La física matemática era su religión, lo que sentó el patrón para los físicos en los próximos dos mil doscientos años. Pero el matemático y el físico eran como cualquier otro sacerdote y, fuera de la comunidad pitagórica, Grecia no daba a la mujer ningún lugar en el sacerdocio.
La admiración de Platón por Pitágoras abrió una puerta en la fortaleza del domino masculino. Cuando la Iglesia medieval se formó alrededor del neoplatonismo, las mujeres finalmente recuperaron su lugar en la vida intelectual. Solo el sacerdocio católico (y la física) se mantuvieron como prácticas masculinas.
Fue en el siglo XVII que la filosofía natural o física se separó de la teología. Al ocurrir esto, la prevalencia masculina en el sacerdocio se mantuvo, y así ha permanecido hasta hace poco.
Actualmente están ocurriendo dos cambios notables: el sacerdocio religioso se está abriendo a la mujer por primera vez en tres mil años, y la física una vez más se ve ligada a cuestiones religiosas.
¿En qué resultará todo esto? Está por verse, pero Wertheim piensa que lo de las Teorías del todo son, por naturaleza tan bizantinas como la cuestión de cuantos ángeles caben en la cabeza de un alfiler. Quizás se necesiten mujeres en el sacerdocio de la física para traerla a la dura realidad — la discusión pastoral sobre nuestro sustento terrenal. Wertheim se pregunta si la física no debería olvidar los asuntos de la mente divina y dedicarse más bien a aquellos del sustento físico.
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de “Las Invenciones de la Inventiva” de John Lienhard, en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Wertheim, M., Pythagoras' Trousers: God, Physics, and the Gender Wars. New York: Random House, 1995
Referencias de la traducción:
Para conocer más sobre la Teoría del todo:
Wikipedia